
De las fiestas importantes de nuestras fundadoras, la de San Francisco es una de las más reconocidas. El 4 de octubre se celebra la vida y el legado de San Francisco de Asís, y uno de los aspectos más significativos de esta celebración es el Transitus (la vigilia del 3 de octubre), que conmemora el paso de este mundo a la vida eterna. Al darse cuenta de la cercanía de su propia transición de esta vida a la eterna, San Francisco hizo adiciones a su famoso Cántico de las criaturas. Al igual que en el resto del Cántico, se dirigió a la muerte como “nuestra hermana muerte corporal”. San Francisco vivió de tal forma que pudo abrazar a la muerte y la vida eterna. La mayoría de nosotros albergamos naturalmente temor a morir, temor a lo desconocido. En el corazón del Transitus, está el reconocimiento de que la muerte no es el fin, sino solo el cese de nuestra experiencia corporal. En las palabras de Teilhard de Chardin, “No somos seres humanos con una experiencia espiritual. Somos seres espirituales con una experiencia humana”. San Francisco sabía esto, y creo que por eso pudo dejarse ir tan hermosamente y regresar a Dios.
El sentimiento de temor es palpable hoy día en nuestro mundo, en nuestras comunidades y en nuestra vida diaria. Parece que el mundo está al borde de una guerra termonuclear y tenemos desastres naturales devastadores a los cuales no podemos responder de manera suficiente. La ansiedad en torno a la inmigración y a DACA es más fuerte que nunca.
Entonces, ¿cómo respondemos a estos peligros aparentemente ineludibles.
Existe, por supuesto, el camino de la apatía. Si no vamos a cambiar nada, ¿para qué intentarlo? Lo contrario al amor no es el odio, es la apatía. En el centro del evangelio, está el amor. Vivimos el evangelio y, por tanto, siempre hay esperanza. Como Dios es amor, si el amor nunca falla, somos los seres humanos quienes fallamos. Después de todo, somos humanos, y Dios no nos pide que triunfemos, sino que lo intentemos. Si hacemos el intento y trabajamos poco a poco y sin cesar por lograr un cambio sistémico, podríamos sufrir tropiezos en el camino. La autenticidad con la que se vive el llamado del evangelio se revela en nuestra atención a los márgenes y en reconocer la dignidad inherente de cada ser humano. Cuando prestamos atención a esto, vivimos la vida como la vivió San Francisco, liberándonos continuamente de las ataduras, incluso de las ataduras a nuestro cuerpo.
Lo que me alienta es la cantidad avasalladora de gente dispuesta a apoyar con solidaridad la justicia para los marginados y para aquellos que están siendo empujados a los márgenes. La voz de la ira es fuerte, y debemos recordar que es de la minoría. El amor vencerá. Podríamos preguntarnos a veces, ¿importa de alguna manera lo que hago? ¿Qué efecto tiene realmente? Quiero asegurarles que sí importa, aun cuando no veamos resultados inmediatos. Vivamos de manera que, cuando llegue nuestra hora, podamos abrazar totalmente a la hermana muerte corporal como lo hizo San Francisco, sabiendo que todo importaba y que todo era para bien.
La hermana Emily Brabham pertenece a las Hermanas de San Francisco (OSF) de Clinton, Iowa, y es miembro de la University Ministry en la Lewis University de Romeoville, Illinois. Su ministerio está dedicado a la formación de la justicia social. A la hermana Emily le apasionan las causas de la no violencia activa, la pacificación y el cuidado de la creación que están en el centro de la misión de su comunidad. Pueden seguir su blog en sisteremily.com.