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“El silencio de los blancos equivale a violencia”

Desde enero, han pasado muchas cosas en el mundo, en nuestro país y en nuestros contextos locales. La COVID-19 irrumpió en nuestras vidas y puso de manifiesto nuestras vulnerabilidades como comunidades religiosas. Nos conmocionó profundamente el asesinato de Breonna Taylor y el de George Floyd, que vimos grabado en imágenes. El problema del racismo sistémico en nuestro país quedó totalmente expuesto al público con la imagen de un hombre negro agonizando, pidiendo a gritos poder respirar y llamando a su madre.

Ahora que me estoy preparando para profesar mis votos perpetuos, reconozco la necesidad urgente de prestar atención y escuchar las voces de George Floyd, Breonna Taylor, Sandra Bland y, especialmente, las de nuestras hermanas negras, indígenas y de color dentro de nuestra comunidad religiosa. Giving Voice escuchó al Espíritu y a nuestras hermanas negras, indígenas y de color, y decidió organizar un Encuentro de inclusión y diversidad.

Hasta ahora en mi vida religiosa, me he sentido increíblemente bendecida por haber participado en un prenoviciado intercomunitario, en un noviciado intercomunitario y en las reuniones y los retiros de Giving Voice, y por haberme graduado de la Catholic Theological Union. Mi experiencia en la vida religiosa intercomunitaria ha sido intercultural y diversa. Me siento enormemente bendecida y enriquecida por mis hermanas y hermanos negros, indígenas y de color; mi perspectiva y mi visión del mundo son más amplias. En estos espacios, he sentido el salmo 133: “¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos!”. Los conceptos de límites y fronteras han comenzado a ser desmantelados, y reconocemos que fueron creados por quienes tienen la autoridad para conservar el poder y perpetuar el privilegio de los blancos. Al escuchar a mis hermanos y hermanas, he oído los relatos dolorosos de racismo, discriminación y asimilación que tienen lugar hoy en día en nuestras comunidades, especialmente durante la formación.

Felicito a la LCWR (Leadership Conference of Women Religious) por anunciar su compromiso de cinco años para trabajar en la desarticulación del racismo en la asamblea de la LCWR. Tuve el privilegio de asistir a la asamblea virtual como invitada de Giving Voice. Sin embargo, me desconcertó la falta de diversidad y representación de las hermanas negras, indígenas y de color en los puestos de liderazgo y entre los oradores principales y participantes, así como la “blancura” de las oraciones. La incorporación de ese compromiso de desarticular el racismo no era tangible en sus acciones. Fue un contraste absoluto con mis experiencias anteriores de la belleza y el regalo de la diversidad en la vida religiosa durante mi formación y en Giving Voice. Al igual que la mujer cananea del Evangelio que se sinceró con Jesús acerca de su sensación de desconexión entre las palabras y las acciones de Jesús, yo me sinceré con las líderes religiosas en mi pequeño grupo de la LCWR acerca de la desconexión que percibía en el interior de la conferencia. En las palabras de John Lewis: “Cuando ves algo que no está bien, que no es justo, que no es legítimo, tienes que hablar. Tienes que decir algo”.

Como mujer blanca en una comunidad religiosa predominantemente blanca, tengo que hacer mucho trabajo interior para convertirme en una aliada constante y verdadera para mis hermanas negras, indígenas y de color. No puedo seguir esperando hasta tener las palabras perfectas o la mejor manera de expresarme cuando estoy en estos espacios. Mi trabajo interior no terminará nunca. Como dijo una hermana de Giving Voice, “la cortesía está matando la vida religiosa”. El trabajo contra el racismo nos llama a dejar de lado nuestra “cortesía” para poder traer la gloria de Dios a la Tierra. Estamos llamadas a intervenir en estas conversaciones difíciles y a plantear preguntas difíciles. ¿Qué lugar ocupan mis hermanas negras, indígenas y de color en el liderazgo? ¿Qué lugar ocupan mis hermanas afroamericanas en Giving Voice? ¿Qué estructuras en la vida religiosa están haciendo que nuestras hermanas negras, indígenas y de color pidan a gritos poder respirar? ¿De qué manera he contribuido a perpetuar estos problemas sistémicos?

Ahora que la LCWR se comprometió a apoyar el futuro de la vida religiosa en esta asamblea, asistir al Encuentro de inclusión y diversidad es un compromiso para encarar los temas del racismo, la inculturación, la diversidad, la equidad y la inclusión en la vida religiosa de hoy y del futuro. La finalidad de Giving Voice es “crear espacios para que las hermanas más jóvenes den voz a las esperanzas, sueños y obstáculos de su vida religiosa”. Mis esperanzas y mis sueños son que Giving Voice y la vida religiosa puedan ser organizaciones antirracistas, en las que cada uno de sus miembros personifiquen la equidad, la diversidad y la inculturación, y en las que cada persona pueda ser vista verdaderamente. La vida religiosa nos plantea muchos retos; sin embargo, creo que necesitamos comenzar con el del racismo.

El Encuentro de inclusión y diversidad de octubre será un espacio para que nuestras hermanas de Giving Voice escuchen, intercambien relatos y den nombre a las dificultades que tenemos con la raza y la cultura. Es esencial sostener estas conversaciones y que sean facilitadas por alguien que pueda navegar por estas aguas turbulentas y necesarias. La Dra. Lisa Summerour será nuestra facilitadora y nos presentará recursos para mantener estas conversaciones difíciles y seguir este largo camino hacia la desarticulación del racismo. Lisa es alguien que puede lograr esto en Giving Voice. Su tesis doctoral se centró en la tutoría y las dinámicas de liderazgo entre mujeres negras, indígenas y de color y mujeres blancas. Giving Voice y ella comparten la misma pasión. El Espíritu nos llevó a este momento de reunión. Abracemos este momento y dejemos que el Espíritu nos siga guiando en la hermosura de la diversidad y la inclusión.

 

 

 

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