
Una vez más. Sí, una vez más escribo un artículo después del retiro de Giving Voice para religiosas entre los 20 y los 39 años de edad.
Fue el noveno año en que un gran número de hermanas de 20 a 39 años provenientes de varias comunidades se reunieron para orar y divertirse juntas en el monasterio Our Lady of Guadalupe de Phoenix, Arizona. Cada año escribo porque considero que lo que oramos, conversamos y soñamos como religiosas jóvenes se basa en nuestros carismas y antecedentes, y constituye el presente y el futuro. Sé que la manera en que nos organizamos y dirigimos es un modelo de liderazgo que funciona para los grupos relacionales pequeños, capaces y característicos de aquello en lo que se está transformando la vida religiosa.
En el caso de Giving Voice, el equipo central de liderazgo está integrado por cinco hermanas profesas que desempeñan su cargo por períodos de tres años escalonados. Todas ellas se dedican a tiempo completo a un ministerio o a estudiar. Gracias a la donación de la Fundación Conrad N. Hilton para promover el liderazgo y la colaboración entre las religiosas jóvenes en este tiempo de nuevo nacimiento, Giving Voice cuenta con un empleado pagado que atiende las tareas de administración y comunicación de la organización. Realizamos nuestro trabajo por medio de reuniones mensuales a través de Zoom y de una reunión anual en persona durante un fin de semana. Entre una y otra reunión, trabajamos sin problema intercambiando mensajes por correo electrónico y documentos por medio de Google. Además del Core Team, se selecciona e invita a otras hermanas jóvenes para que dirijan actividades como el retiro anual, la conferencia nacional bienal durante el verano y comités diversos según se necesite. Nos turnamos para colaborar, y nunca me ha decepcionado el resultado de algún evento o actividad.
Yo diría que escuchar con atención y participar en el liderazgo son dos valores muy arraigados en la organización. A menudo, se oyen frases como “Hay un líder en cada persona” y “Pide lo que desees y da lo que puedas”. Durante nuestras reuniones, usamos con frecuencia el Proceso del círculo, un modelo especial de diálogo contemplativo.
Las primeras veces que asistí a los eventos de Giving Voice, parecía que su objetivo era ofrecer una red de amistad y apoyo de compañeras para las hermanas jóvenes y un medio para “dar voz” a nuestras experiencias como religiosas jóvenes. Esto era (y sigue siendo) sumamente importante, ya que la mayoría de nosotras ingresamos sin contar con un grupo de compañeras en nuestras propias comunidades. No obstante, este objetivo parece estar evolucionando a medida que la red comienza a trascender sus propios límites en el testimonio de comunidad y a definir, para nosotras mismas y para los demás, la vida religiosa de hoy en su camino al futuro.
Por ejemplo, el pasado otoño, algunos miembros de Giving Voice organizaron una marcha y servicios de oración solidaria junto con School of the Americas Watch en la frontera entre México y los Estados Unidos. Hace unas cuantas semanas, algunas hermanas jóvenes de las comunidades de Leadership Conference of Women Religious (LCWR) y de Council of Major Superiors of Women Religious (CMSWR) se reunieron durante una semana para colaborar en un proyecto de escritura acerca de la vida religiosa.
Al igual que la vida religiosa, Giving Voice está evolucionando. Los temas de espacio abierto durante nuestras reuniones solían centrarse en aspectos como la vida en comunidad; sin embargo, durante el retiro del pasado enero, sostuvimos conversaciones sobre maneras prácticas de combatir el racismo en nosotras mismas, en nuestras comunidades y en nuestros vecindarios, tratar las próximas actividades comunitarias posibles y dar respuesta a preguntas como las que planteó la hermana Mary Sujita, SND: “¿A dónde nos guía el Espíritu para ubicarnos como profetas del reino de Dios? ¿Podemos consultarnos unas a otras y unir nuestros corazones en busca de una respuesta?”.
Nos conocemos entre nosotras, y conocemos nuestros carismas. Estamos comprometidas con los votos de nuestra vida religiosa. Dedicamos nuestra vida al servicio, la justicia y el amor, y sentimos gran entusiasmo por lo que esto significa y por lo que será. Las citas a continuación provienen de nuestra oración final durante el retiro y reflejan los sentimientos del grupo.
“Está sucediendo. Es aquí, y no solo en mi mente, sino ahora mismo.”
“Nos fortalece y confiamos en lo que está por venir, y eso es suficiente.”
Hermana Sara Heger, CSJ