Este año, en el retiro de Giving Voice para religiosas de 20 a 39 años, la presencia de 30 participantes llenó el monasterio de Our Lady of Guadalupe en Phoenix. Esta reunión anual en el desierto es un oasis para las integrantes más jóvenes de la comunidad religiosa en el que compartimos el espacio con nuestras compañeras.
Mandy Carrier, RSM, y Katherine Frazier, OP, fueron las encargadas de guiar este encuentro centrado en la amistad, un tema muy acertado para el grupo de hermanas, en un fin de semana en el que tuvimos la oportunidad de orar juntas, convivir y apoyarnos unas a otras. Asimismo, se nos invitó al silencio para considerar preguntas como:
- ¿Qué amistades nos han sostenido?
- ¿Qué dificultades tenemos para ser buenas amigas?
- ¿Qué obstáculos encontramos en nuestra amistad con Dios?
- ¿De qué manera la profundización de nuestra relación con los demás o con Dios nos ha motivado a ser más enteramente nosotras mismas?
- ¿Cómo demostramos nuestra disposición a la amistad? ¿Nos sentimos plenamente vivas con los demás, con Dios y con nosotras mismas?
Las amistades de nuestra edad que no pertenecen a la vida religiosa no entienden del todo esa vida, y aunque las hermanas de nuestras propias comunidades comparten nuestro carisma y el compromiso con los votos, no conocen la cultura de nuestra edad. Este tiempo de reunión consolida las relaciones entre las hermanas que asisten año tras año y las que nos acompañan por primera vez. Es una habilidad establecer relaciones significativas con un grupo de personas que solo vemos una o dos veces al año.

Escuché a las participantes comentar lo mucho que necesitaban el retiro de este año, que es una gran fuente de energía para ellas y que se dan cuenta de que esta experiencia de intercambio y oración las fortalece al regresar a sus comunidades y ministerios. Estos comentarios no son nuevos. Sin embargo, este año también escuché las preguntas nuevas que surgieron en el retiro:
- ¿Y si esta experiencia motivadora anual de Giving Voice ya no fuera suficiente?
- ¿Y si necesitáramos reunirnos con más frecuencia a medida que las realidades cambiantes de la vida religiosa se hacen más marcadas?
Estas preguntas me recordaron la decisión de mi propia comunidad franciscana de comenzar a organizar “reuniones” de toda la comunidad dos veces al año, en vez de una sola. Mi comunidad determinó que nuestro tamaño era suficientemente reducido para poder reunirnos con más frecuencia y tomar más decisiones como grupo completo.
Giving Voice tiene grupos de lectura, espacios de encuentro en Internet y en los medios sociales, reuniones organizadas por grupos comunitarios de base, reuniones nacionales cada dos años y ahora, retiros anuales para las religiosas de 20 a 39 años, además de otro retiro para las hermanas entre los 40 y los 49 años de edad; sin embargo, ¿es suficiente todo esto? ¿Necesitamos algo más en este momento? ¿Hay algo más que estemos llamadas a poner en práctica en este momento?
¿El momento presente de la vida religiosa nos está invitando a ayudarnos entre nosotras, a fortalecer nuestras amistades y a dar prioridad a las reuniones en persona con más frecuencia? ¿Necesitamos las hermanas más jóvenes agregar otra reunión periódica al calendario de Giving Voice?
¿Cómo sería este tiempo adicional que pasaríamos juntas? ¿Sería otra experiencia de retiro? ¿Una conferencia anual (en vez de que sea cada dos años)? ¿O reuniones regionales?
Dos participantes del retiro decidieron formar un equipo para organizar el “primer viaje anual de campamento de Giving Voice” como primera respuesta a este llamado de reunirnos con más frecuencia. El liderazgo comunitario sigue siendo un modelo constructivo para Giving Voice.
¿Qué sucederá si, a fin de cuentas, Giving Voice adopta por completo este llamado a aumentar las reuniones en persona? Sin duda, generará otras oportunidades para que las hermanas más jóvenes vayan asumiendo funciones de liderazgo. Tal vez este instinto de conectarnos con las compañeras de la misma edad que viven la vida religiosa sea un paso esencial que daremos y que nos preparará para lo que venga más adelante.
Esta no es la primera vez que surgen preguntas significativas en el retiro para las hermanas de 20 a 39 años de edad. Quisiera invitar a las participantes de Giving Voice a que, a medida que consideramos estas posibilidades, confiemos en nosotras mismas al expresar lo que necesitamos e imaginemos cómo podría ser el futuro.