
¿Qué puedo decir acerca de la gratitud en estos momentos de división en nuestro país y en el mundo?
Hay mucho de negativo que se infiltra y nos impide ver la belleza y la gracia presentes en el momento y sentirnos agradecidos. Nos distrae el clima político, las injusticias que no solo vemos sino también sentimos, la cantidad de guerras, desastres naturales, problemas de salud, etc., la lista es larga. Puede ser difícil sentir gratitud cuando hemos sufrido una gran pérdida o cuando acompañamos a alguien que la ha sufrido recientemente. También puede ser difícil cuando nos enfrentamos cada día a las molestias de las personas que más queremos, pero que parecen saber exactamente cómo hacernos enojar.
En medio de lo que parece caos y destrucción, lo que más necesitamos es gratitud. Como me recuerda mi coordinador de discernimiento: “el crecimiento no siempre está exento de dolor”. La gratitud puede ayudar a convertir las experiencias difíciles en momentos de crecimiento y transformación.
A decir verdad, el Día de Acción de Gracias puede ser difícil para mí. Sin duda, no es debido a la parte de agradecer ni al recordatorio fundamental de expresar gratitud, sino a la celebración en sí de este día: los indígenas salvaron a los peregrinos y, posteriormente, sufrieron el genocidio, la guerra, la destrucción de sus tierras, el incumplimiento de los tratados y la privación general de derechos humanos. Esto no es algo meramente del pasado: sigue ocurriendo hasta la fecha. Cuando veo las protestas en Standing Rock, me inspira el valor de quienes están dispuestos a adoptar una postura firme. Los indígenas no solo están protegiendo su propia fuente de agua, sino la fuente de agua de millones de “peregrinos”.
Esto me recuerda el himno clásico: “Somos un pueblo de peregrinos, somos la Iglesia de Dios”. Somos peregrinos que, ante la injusticia y la lucha, estamos llamados a construir el reino de Dios. Demos gracias por la convicción y el valor de seguir caminos que incorporan espacios de reconciliación y sanación en nuestra Iglesia y en el mundo.
En una familia católica numerosa, el día de Acción de Gracias fue un momento de caos. No obstante, la gracia de la celebración fue cuando tuvimos la comida ante nosotros, justo antes de la bendición, cuando expresamos juntos aquello por lo que nos sentimos agradecidos durante el año.
Cuando pienso en el 2016, ha habido muchos momentos difíciles para mí. Entonces, ¿qué es lo que agradezco?
Estoy agradecida por las jóvenes religiosas que exploran con valor y se aventuran a donde Dios las llama. Estoy agradecida por la Iglesia que evoluciona y crece. Estoy agradecida porque no soy la única indignada por la persistencia de la retórica, el temor y los crímenes de odio. Estoy agradecida porque recibo apoyo, amor y aliento. Estoy agradecida porque puedo dar ese apoyo, amor y aliento a otros. Estoy agradecida porque vivo en un lugar que no solo valora mi experiencia, sino que me pide que la comparta. Me doy cuenta con dolor de que esto no sucede en otros lugares del mundo. Estoy agradecida porque el Dios del universo nos pide crecer, amar y ser hombres y mujeres para los demás. Estoy agradecida porque tengo una voz para expresar amor cuando y donde hay odio.
Estoy agradecida.
¿Y tú?
Hermana Emily Brabham