
A medida que se acercaba la Cuaresma en nuestro calendario litúrgico, me dije a mí misma que necesitaba conectarme con mis amigos a través de la oración. Luego pensé cómo podría lograrlo de manera segura y quiénes son esos amigos con los que puedo contar. En ese momento, recordé los grupos de oración del Adviento y el éxito que tuvieron en diciembre. No pude asistir a todas las reuniones, pero aquellas a las que sí asistí fueron como una bocanada de aire fresco y justo lo que necesitaba. De inmediato pregunté si podíamos hacer lo mismo para la Cuaresma. Me hace muy feliz la bendición de tener el tiempo y el espacio para participar en esto y conectarme con mis hermanas de Giving Voice.
Momentos como estos hacen indudablemente necesaria la conexión con mis buenas amigas en quienes confío y con quienes deseo profundizar en mi fe. Tengo muchas ganas de reunirme de nuevo personalmente con todo el grupo, pero incluso a través de Zoom, las integrantes de Giving Voice transmiten buena energía a las demás. Es un formato propicio para comunicar las reflexiones y profundizar en estas porque se asigna un tiempo breve a diferentes hermanas cada vez, y luego nos dividimos para participar en grupos pequeños. En esos grupos, comunicamos la inspiración que llevamos en nuestro corazón y nuestra mente. Para mí, Giving Voice es siempre un espacio seguro para expresarme y me siento agradecida por ello. En los espacios de Giving Voice, podemos hablar de nuestras frustraciones y alegrías de esta vida en común, y todas nos sentimos identificadas. Es reconfortante saber que las demás participantes me comprenden porque es muy probable que ellas se hayan sentido así en algún momento. Creo que es importante seguir organizando estos eventos en los que podemos conectarnos y platicar de lo que está sucediendo en nuestras vidas. A las hermanas de Giving Voice que estén leyendo esto, las invito a seguir intercambiando ideas sobre nuevas maneras de conectarnos. Los espacios que creamos son vivificantes y puedo asegurarles que yo personalmente los necesito y que, como comunidad de Giving Voice, los necesitamos.
Los grupos de oración me ayudan a relajarme el fin de semana y a comenzar la semana con energía positiva. Cada semana, me conmuevo al oír lo que ha sucedido, y cada semana, termino la reunión con nuevas ideas que enriquecen mi vida de oración. Mi vivencia de la Cuaresma se ha enriquecido gracias a estas conexiones semanales y espero que todas las participantes hayan sentido lo mismo. Mi reflexión final es: ¿de qué otra manera podemos conectarnos? Hasta ahora, tenemos un grupo de escritura y una capacitación el próximo otoño acerca de la vida intercultural. Pero díganme si tienen otras ideas, y les ayudaré de la mejor manera a crear el espacio necesario.