Ministry during a Pandemic
Cuando reflexiono en lo que me parece el ministerio en este momento, la única forma en que puedo explicarlo es por medio de una analogía. Imaginen que, justo antes del confinamiento, estaban poniendo en escena una obra teatral, digamos Romeo y Julieta. De forma muy abrupta, se vieron obligados a detener la producción y dejaron atrás escenarios, vestuario y guiones mientras el mundo vivía conmocionado los sucesos del 2020. También de improviso, y en medio todavía de estos cambios radicales, se les permite regresar al teatro. Encuentran todos los recursos que necesitan para producir Romeo y Julieta, pero tienen que tomar una decisión. ¿Retoman lo que estaban haciendo, continúan los preparativos de la mejor manera en vista de las circunstancias y ¡que siga la función!? ¿O deciden ambientar la historia en la época contemporánea para hacer que refleje el mundo cambiante en el que están viviendo? Quizá descubran que nadie quiere ver Romeo y Julieta en este momento y decidan montar una producción de Mamma Mia! Es posible que se inspiren para escribir su propia obra, una que exprese nuevas perspectivas, intente contar una nueva historia y trate de encontrarle sentido a lo que está sucediendo a su alrededor. O tal vez se sientan atraídos a tomar un rumbo totalmente diferente y decidan no producir ninguna obra, sino usar el teatro para un fin alternativo.
Todas estas opciones están bien y son válidas y apropiadas según las circunstancias en las que se encuentren. En mi lugar de ministerio, casi todos los días siento que estoy viviendo la segunda opción, es decir, reconozco que las cosas cambiaron, pero intento conservar al menos parte de la familiaridad de la experiencia y seguir adelante con algo de lo que era conocido, pero que ahora se ve y se siente diferente. Por el momento, me siento bien con esta decisión y creo que habrá cierta flexibilidad para pasar de una opción a otra a medida que avance el año, y que encontraremos otras opciones que aún no hemos imaginado. Sin embargo, mientras actuamos en esta nueva producción, a veces se me olvidan mis diálogos, me equivoco o titubeo al manejar utilería que no conozco. En ocasiones, es solo que no puedo ver cómo debe funcionar el guion nuevo o empiezo una escena del guion anterior sin pensar. Ha sido de gran ayuda tener colegas que son adaptables, creativos y compasivos.
Nuestro llamado no es solo a atender a las personas que llegan a nuestras puertas, sino atendernos unos a otros y cuidar nuestro bienestar personal y colectivo con toda intención. Hace apenas unas semanas que regresamos a trabajar y hay días en que me siento agobiada con todo el ajetreo y el bullicio, después de haber pasado buena parte de los últimos 6 meses en casa con mucho tiempo libre y muchas nuevas interrogantes para explorar. En estos momentos, debo ser amable conmigo misma y practicar mucho autocuidado, incluso durante el horario de trabajo. Debo extender esa amabilidad y paciencia a quienes encuentro en mi ministerio, que también están reincorporándose a esta experiencia como personas renovadas. Todos estamos procurando apoyarnos en el Espíritu y confiando en que el Creador siga dando vida a la Palabra y nos ilumine en nuestro trabajo.